Publicamos otra entrada de la serie sobre la Reserva Nacional del Masái Mara. El protagonista es el Elefante Africano.
Los machos alcanzan normalmente de 6 a 7,5 m de longitud y de 3,2 a 4 m de altura hasta la cruz; las hembras entre 2,6 y 3 m. Pesan de media unas 6 toneladas, con máximos de 10, los machos adultos, y las hembras entre 2,8 y 4,6, lo que los convierte en los seres vivos terrestres más grandes del mundo. En su ambiente natural viven entre 40 y 50 años, pues un elefante adulto no tiene enemigos naturales, con excepción del hombre. A partir de los 40 años sus últimos dientes se desgastan y les es imposible comer, y mueren.(1)
Los elefantes africanos de sabana son animales notablemente inteligentes. De hecho, los experimentos sobre el razonamiento y el aprendizaje realizados sobre ellos indican que son de los animales más listos que existen junto con sus primos asiáticos. Esto se debe en buena medida a su gran cerebro, hogar de la famosa «memoria de elefante».(1)
Las manadas están formadas por hembras emparentadas y sus crías de diferentes edades, dirigidas por la hembra de mayor edad, a la que se da el nombre de matriarca. En ocasiones, las acompaña algún macho adulto, pero estos suelen abandonar la manada cuando llegan la adolescencia y formar bandas con otros animales de su edad, para posteriormente llevar una vida solitaria, acercándose normalmente a las manadas de hembras solamente durante la época de celo. No obstante, los elefantes machos tampoco se alejan en exceso, y la reconocen perfectamente cuando vuelven a encontrarla.(1)
Una de sus preocupaciones es sacar adelante a la descendencia, ante depredadores como el León, en este sentido, pudimos observar los cuidados de la hembras de su juveniles, atentas todo el tiempo para que no se quedarán solas y rodeándolas para su protección. La presencia del macho dominante era espectacular, una mole impresionante y unos colmillos muy generosos.
Las manadas están formadas por hembras emparentadas y sus crías de diferentes edades, dirigidas por la hembra de mayor edad, a la que se da el nombre de matriarca. En ocasiones, las acompaña algún macho adulto, pero estos suelen abandonar la manada cuando llegan la adolescencia y formar bandas con otros animales de su edad, para posteriormente llevar una vida solitaria, acercándose normalmente a las manadas de hembras solamente durante la época de celo. No obstante, los elefantes machos tampoco se alejan en exceso, y la reconocen perfectamente cuando vuelven a encontrarla.(1)
Una de sus preocupaciones es sacar adelante a la descendencia, ante depredadores como el León, en este sentido, pudimos observar los cuidados de la hembras de su juveniles, atentas todo el tiempo para que no se quedarán solas y rodeándolas para su protección. La presencia del macho dominante era espectacular, una mole impresionante y unos colmillos muy generosos.
A continuación publicamos algunas imágenes de este impresionante animal reflejando su vida diaria en el Parque Nacional del Masái Mara: