Se trata de una de las aves españolas que muestra mayor variabilidad en el plumaje. Además de la raza ibérica, en nuestro país se ha detectado la presencia en paso de otras cinco subespecies más, así como de algunos híbridos. Estas solo se distinguen observando atentamente el color de la cabeza de los machos. La raza ibérica tiene la cabeza de color grisáceo y es ave estival que llega a la Península en los últimos días de marzo y durante todo el mes de abril desde sus cuarteles de invierno en el Sahel, y parte hacia ellos, en los meses de septiembre y octubre. Efectúa sus migraciones en pequeños bandos y generalmente suelen viajar de día.
Un buen número de Lavanderas boyeras de otros países europeos, pertenecientes a otras subespecies, también atraviesan el país en ambos pasos. La que cría mayoritariamente en España, la iberiae, es la más compacta, verdosa y colicorta. Exhibe dorso y obispillo de color verde oliva, alas plegadas con plumas negras orladas en blanco, y partes inferiores muy amarillas. Posee cola larga y negra, con plumas externas blancas, y patas y pico negros. La cabeza es gris azulada, con garganta y ceja blancas, y regiones ocular y auricular oscuras. Los machos de otras razas se diferencian por las siguientes características: flava tiene garganta amarilla y zona auricular más clara, flavissima luce ceja amarilla y cabeza verdosa; cinereocapilla presenta ceja muy reducida o ausente; thunbergi muestra garganta amarilla y cabeza gris pizarra sin ceja; y feldegg es como la anterior, pero con la cabeza negra.
Está asociada a las zonas abiertas húmedas, como prados y pastizales encharcados, marismas, áreas palustres, estuarios, saladares, cultivos de regadío, arroyos entre secanos y arrozales. Prefiere las llanuras a los terrenos montañosos.