Tengo la suerte de vivir en un pueblo de la sierra de Guadarrama en Madrid, y estar todo el año en contacto con la naturaleza y disfrutar desde mi ventana
de un número importante de especies de aves, especialmente en la época de cría, en primavera.
Me despierto al alba, con el canto de los Estorninos negros, que me confunden cada día, con sus diferentes tonalidades y en ocasiones imitando a pájaros vecinos. Los tengo a mano todo el año, y nunca mejor dicho, porque se sitúan a poco más de unos centímetros de mi mano y anidan en el tejado de mi casa.
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Estornino negro |
Con las primeras luces de luz, oigo todas las mañanas los cantos de una familia de Cuervos grandes que, con su voz profunda, ronca y metálica, emiten graznidos frecuentes y repetitivos, a modo de saludo amistoso, hasta que deciden irse, para explorar los alrededores en busca de la comida del día, y, ya no volverán hasta la mañana siguiente.
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Urraca común |
A estos les acompañan las vecinas Urracas comunes, las Grajillas occidentales, en bandos afortunadamente cada vez más grandes, o las apariciones ocasionales entre los árboles: del Rabilargo ibérico, el Arrendajo euroasiático o las parejas de Corneja negra.
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Cigüeña blanca |